¿Es amor u obsesión? Qué diferencias hay
- Leonardo García
- 21 may
- 2 Min. de lectura

Al iniciar una relación romántica en la prepa hay mucha intensidad, emoción y deseo. En esta etapa, es común querer pasar todo el tiempo con la otra persona, escribirle mensajes constantemente, revisar sus perfiles muy seguido para conocerla mejor y pensar en ella a todas horas.
Pero, ¿dónde está el límite entre el amor y la obsesión? Aunque a primera vista puedan parecer sentimientos similares, hay diferencias profundas que es importante reconocer para no caer en una relación tóxica.
El amor, según la psicóloga clínica Lisa Firestone, se basa en el respeto, la confianza y la autonomía. “El amor verdadero implica querer lo mejor para la otra persona, incluso si eso no siempre coincide con lo que uno desea”, explica en un artículo publicado en Psychology Today.
En cambio, la obsesión nace del miedo, la inseguridad y la necesidad de control. Es una fijación intensa que puede llevar a conductas dañinas, tanto para quien la experimenta como para la persona objeto de esa obsesión.

Una de las claves para diferenciar ambos sentimientos es observar la forma en que se vive la relación.
Cuando hay amor, existe espacio para la individualidad. Ambos pueden tener amigos, hobbies e intereses propios, sin que eso genere ansiedad.
Por ejemplo, no tienen la necesidad de saber en dónde está el otro todo el tiempo, o respetan que cada uno tenga sus propios amigos, actividades y momentos personales.
En cambio, en la obsesión se busca un control total, como si la otra persona fuera responsable de llenar todos los vacíos emocionales. Esa expectativa irreal suele desembocar en frustración, celos desmedidos y, en casos extremos, en conductas posesivas y de acoso.
Algunos ejemplos son exigir que manden su ubicación en tiempo real durante todo el día, cuestionarse por lo que hacen o ven en redes sociales, exigirse no juntarse con alguien o revisarse el teléfono.
Otra señal de alerta es el sufrimiento constante. El amor sano no debería doler ni hacer sentir miedo o angustia. Si estar con alguien genera ansiedad, tristeza o sensación de dependencia extrema, es momento de detenerse y reflexionar.
Aprender a distinguir entre amor y obsesión no solo ayuda a evitar relaciones tóxicas, sino también a cultivar vínculos más sólidos, libres y respetuosos. Porque amar no es poseer, sino acompañar. No es depender, sino compartir. Y no es perderse en el otro, sino encontrarse mutuamente, sin dejar de ser uno mismo.
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