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Qué podemos aprender de nuestros fracasos

  • Foto del escritor: Leonardo García
    Leonardo García
  • 16 abr
  • 2 Min. de lectura

Qué podemos aprender de nuestros fracasos

A nadie le gustan los fracasos, pero tarde o temprano todos tenemos algunos. En la preparatoria sufrimos de varios: en las calificaciones, en las relaciones, con los amigos, en los deportes, con nuestro físico, con algún negocio o en alguna experiencia que creímos que iba a ser genial y al final fue un desastre.


Pero no todo está perdido. Reconocer que fracasamos y estar dispuestos a mejorar es una señal de que vamos por buen camino. Esto es la verdadera fuerza de voluntad y nos ayudará mucho el resto de nuestra vida si la desarrollamos correctamente.


Si tenemos la idea de que todo saldrá bien a la primera, nos desviamos de ese camino. De hecho, el doctor Radu Atanasiu, quien escribe en Psychology Today, señala que los seres humanos aprendemos más de los fracasos que de los éxitos. En, ese sentido, cometer errores es más útil en una tarea u objetivo que no tenerlos.


"No solo debemos experimentar una situación nosotros mismos, sino que, lamentablemente, esa situación debe ser dolorosa para que nos enseñe algo", señala Atanasiu.



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Qué podemos aprender de nuestros errores


La respuesta es sencilla: casi todo.


La autocritica y asumir la responsabilidad de los errores que cometemos nos ayuda a saber qué debemos cambiar, cuáles son nuestros límites y cómo podemos superarlos.


Fracasar nos genera un sentimiento de frustración, que es ese enojo y tristeza que nace cuando vemos que nuestro esfuerzo físico, emocional o mental no rinde frutos.


Pero si logramos tolerar esa frustración, podemos canalizar esos sentimientos negativos en buscar cómo superar la prueba que tenemos delante:


"Las situaciones problemáticas son una excelente oportunidad para aprender cosas nuevas. Cuando haya pasado la dificultad, habla y rescata las cosas que lo han ayudado a afrontarlo y las que no. De este modo, podrá afrontar el problema por sí mismo/a cuando este se le vuelva a presentar", indica un artículo de la UNAM.


Dicho de manera más clara, canalizar la frustración en acciones positivas es el mejor aprendizaje que podemos tener de los fracasos.


Por ejemplo, imaginemos que nuestro objetivo es bajar de peso, y a pesar de hacer mucho ejercicio y comer poco, no lo logramos.


En lugar de enojarnos con nosotros mismos y cometer actos peligrosos para nuestra salud, podemos aprender del fracaso para mejorar algunos aspectos de nuestros procesos.


Es decir, una vez calmados, analicemos: qué ejercicios ya hice no funcionaron, y cuáles nuevos puedo intentar; qué comidas dejé de comer y no hubo cambios, y cuáles puedo probar ahora; seguí consejos de Internet o de un amigo que no me funcionaron, ¿es hora de buscar a un experto en nutrición?


¿Lo ves? El fracaso nos abre las puertas a nuevos aprendizajes que nos permiten corregir y volver a intentar por otras rutas, sin abandonar por completo el camino.


Pon en práctica esto y verás que con el tiempo comprenderás lo importante de aprender del fracaso.

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