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Microrracismos: Cuando dañamos a otros sin darnos cuenta

  • Foto del escritor: Leonardo García
    Leonardo García
  • 30 jun
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 1 jul

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En la preparatoria, convivimos con compañeros de diferentes orígenes, colores de piel, y formas de ser. Incluso, aunque la mayoría vivan en la CDMX o Edomex, también hacemos distinciones que pueden llegar a ser ofensivas entre quienes habitan en una colonia o alcaldía en particular.


Y es que a veces, sin darnos cuenta, podemos hacer o decir cosas que son una forma de microrracismo, también conocidas como microagresiones.


Las microagresiones son pequeños actos o comentarios que parecen inofensivos, pero que pueden hacer sentir mal a alguien por su raza o cultura. No siempre son intencionales, pero sí tienen un impacto.


Según la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM), estas conductas pueden deteriorar la convivencia entre las personas y limitar las oportunidades y pleno desarrollo de las y los afectados: “Las microagresiones son actos que parecen pequeños, pero tienen grandes consecuencias en la convivencia y el bienestar de las personas”.



Los comentarios o bromas sobre el acento o la forma de hablar de alguien, como decir “hablas raro” o “pareces extranjero” son un ejemplo rápido para explicar el microrracismo.


Hacer chistes sobre su color de piel u otra característica de su cuerpo es un microrracismo.


Imitar o exagerar la forma de hablar o los gestos de alguien también puede ser ofensivo.


Y, aunque no lo creas, discriminar a alguien por el lugar en donde vive es un microrracismo. Por ejemplo, si un compañero vive en Iztapalapa y hacer bromas tipo "aguas porque los de ahí roban", o si alguien es de Tláhuac y decirle que es "de pueblo" es una ofensa que a algunos no les gusta.


Estas pequeñas acciones, aunque parezcan inocentes, pueden hacer que alguien se sienta excluido o menos valorado. A la larga, generan estrés, tristeza o inseguridad, y pueden afectar la autoestima y el ánimo para ir a la escuela.


Muchas veces no lo hacemos con mala intención, sino porque no conocemos cómo afectan nuestras palabras o acciones a los demás.


También porque vivimos en un entorno donde ciertos prejuicios están muy arraigados y se vuelven normales. Un artículo en la Gaceta de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala que “el racismo escolar es un fenómeno multidimensional basado en marcadores de clase, género y raza, mediante los cuales se subalternizan poblaciones y culturas".


Para evitar estas conductas, es importante escuchar y aprender cuando alguien nos dice que algo nos está haciendo daño. Pregúntate si lo que dices o haces podría hacer sentir mal a alguien por su raza o cultura.


Evita los estereotipos y no asumas cosas sobre alguien solo por su apariencia. Puedes tener la iniciativa de incluir a quienes reciben burlas a los grupos o actividades que haces con tus amigos para integrarlo y así ayudar a que lo empiecen a conocer y valorar.


Habla con tus amigos y compañeros sobre respeto. Hazles saber que no estás a favor de denigrar a nadie, y que su conducta no es correcta.


Recuerda que todos merecemos respeto y un espacio seguro para aprender y crecer. La prepa es una etapa difícil para muchos, no tenemos por qué complicarles más la vida con nuestros insultos y groserías.

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